Mejor conocido, como" El síndrome del cuello roto" que aunque no es un término que haya sido todavía oficializado por la medicina, muchas personas la padecen y es muy común en las consultas de especialistas. Se trata de un dolor agudo en el cuello, y que puede extenderse a los hombros y espalda, también acompañado algunas veces de dolor de cabeza, contracturas y alteraciones de la columna vertebral. 

Esta dolencia física se debe a la mala postura que adquirimos al utilizar sobre todo, celulares y tabletas; durante el tiempo en que usamos estos dispositivos la cabeza normalmente se encuentra en una flexión de 45°, soportando la musculatura cervical el equivalente a 25 kilogramos aproximadamente, esta postura hace que los músculos posteriores del cuello trabajen mucho, y entre más inclinamos la cabeza hacia abajo para mirar el celular, más peso soporta la columna; la mala utilización y el uso excesivo de estos dispositivos móviles, tiene efectos a corto y largo plazo, también genera una presión ocular muy fuerte por la velocidad en que pasan los contenidos. 

Según los expertos, es muy dañino “jugar en el teléfono celular puesto que hay mayor estrés y fijación visual, y esta es una clase de fatiga que el cerebro aún no ha entendido”, Lo que recomiendan los especialistas es tener la espalda recta y la pantalla del dispositivo que utilicemos a la altura de los ojos, para no tener que inclinar la cabeza, aunque lo que yo les recomendaría, sin ser experta, ni profesional en carreras afines a la medicina, es que evitemos este tipo de dolencias, es muy fácil, evitemos volvernos adictos a las cosas materiales, como lo es un celular, una tableta o un computador, no podemos por ningún motivo dejar que estas cosas prevalezcan, para mi es tan sencillo como volver al pasado y acordarnos cuando aún no existían los teléfonos inteligentes, cuando la gente disfrutaba de momentos realmente importantes, cuando los niños tenían otras distracciones, cuando disfrutaban de jugar en los parques, o en sus colegios y escuelas, cuando nos comunicábamos por medio de cartas, cuando preferíamos escuchar la voz de otra persona por teléfono, cuando no reenviábamos mensajes de cumpleaños, cuando el whatsapp no existía, cuando las relaciones interpersonales no se deterioraban a causa del mal uso de estos dispositivos electrónicos, cuando socializábamos en las reuniones familiares, cuando no ignorábamos a nuestros abuelos, cuando disfrutábamos de ver un paisaje al aire libre, salir a tomar un café y conversar, sin depender del chat, de las últimas fotos que publicaron los amigos, entre muchas otras distracciones, que lo único que hacen es alejarnos de lo esencial, créanme yo no tengo whatsapp, ni un celular inteligente, ni pertenezco a redes sociales, y soy feliz así, disfruto de los planes sencillos, como tomarme un café al lado de mi familia, y conversar por largas horas, por eso puedo decir que si es posible vivir alejado de tanta tecnología, es una buena opción de vida saludable, para dejar de estar inmersos en cosas triviales. 

Es cierto que la tecnología sirve para agilizar procesos, para evitar filas en los bancos, para comunicarse más rápido con muchas personas a la vez, y como instrumento de trabajo para muchos, pero también ha servido para olvidarnos que la vida pasa rápidamente, y que si no la disfrutamos ahora como debe ser, acercándonos más con nuestros hijos, nuestras parejas, con la familia y amigos, después, tal vez no nos quede tiempo ni para lamentarlo.