Estas dos jóvenes cabeza de familia, madres de tres y dos niñas respectivamente, gracias al proyecto Megacable pasarán de ser invasoras a felices propietarias de sus viviendas. Hacen parte de las 18 familias a quienes hace dos meses la Administración Municipal les concedió un subsidio en arriendo de tres meses prorrogables, y las conminó a abandonar el predio que ocupaban para allí ejecutar los trabajos de realce de las torres de energía de la Chec que amenazaban con obstaculizar el tránsito de las cabinas del Megacable hacia la estación Villa Santana. 

Cuando Gina Paola y July Tatiana recibieron la visita del equipo social del Megacable, lo único que pasó por sus mentes fue el miedo de quedarse sin lo único de valor con que contaban: las frágiles viviendas en guadua y esterilla, con techos de zinc, paredes de yute y cartón que habían levantado con sus propias manos y donde la necesidad las llevó a vivir haciéndole cabriolas al peligro, que en ocasiones parece ensañarse en los más débiles. 

“Es que uno se vuelve desconfiado y ya no cree en las palabras de los políticos ni los gobernantes”, dijo July Tatiana, quien le prometió a la Virgen de Guadalupe que construiría un altar en su honor si el gobierno les cumplía. Ese altar ya adorna su sala de estar. Para su sorpresa, la Alcaldía, previo visto bueno de la Secretaría Jurídica, la citó para asignarle los subsidios de arrendamiento y le pidió la la documentación para gestionar el de compra de vivienda usada. 

La especulación, sin embargo, no se hizo esperar; solo fue que se propagara la noticia de que estaban buscando vivienda, para que los predios en la comuna Villa Santana se encarecieran; incluso los arriendos subieron de valor y las exigencias de los propietarios las hacían inaccesibles. Así que estas mujeres, que salían diariamente a buscar sus inmuebles en arriendo para trasladarse con sus hijas, decidieron buscar una casa donde cupieran las dos familias y la encontraron. 

Está localizada en el barrio Tokio, manzana 19. Se ve cómoda y espaciosa, con pisos de cemento, sala comedor, alcobas, cocinas y baños, mucho más de lo que sus precarios ingresos económicos les permitieran siquiera soñar unos meses atrás. La tomaron en arriendo con opción de compra y ahí están viviendo y ayudándose mutuamente en sus quehaceres. En el primer piso vive Gina Paola Marín y en el segundo, July Tatiana Fernández, ambas con sus pequeños hijos. 

Son arrendatarias mientras el Municipio surte los trámites para entregarles las carta cheques para facilitarles la compra de sus casas, lo que muy seguramente cambiará sus vidas para siempre. Ya no tendrán que lidiar con el insalubre frío de las noches en el barranco, ni la humedad de los pisos en tierra.