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Las oportunidades están en las regiones, cuidado con lo que se elige

Haciendo una lectura general sobre América latina, su economía, sus transiciones políticas que apuntan hacia los extremos y las posibilidades que nuestros países tienen para salir bien librados del agotamiento del sistema capitalista que conocemos, vuelvo y concluyo que se eligió un camino poco alagador; sin embargo, como lo he manifestado en otros momentos, las oportunidades están en las regiones y localidades. 

Es solo echar una mirada al barrio para darnos cuenta que perros rabiosos hay muchos, pero no muerden y más bien ayudarían a que los ladrones entren a nuestras casas. Bolsonaro en Brasil, por ejemplo, está lidiando con una de las crisis económicas más difíciles de las últimas décadas. El incremento de locales y tiendas cerradas, el aumento del desempleo y la sensación popular de que las cosas están peor, ronda pelas ruas brasileñas, y para la cereza del pastel, este dictadorzuelo tropical de derecha sale a decir que “él advirtió, no saber de economía”. En Argentina, Macri somete a sus ciudadanos a una devaluación monetaria constante, con un efecto inmediato sobre el costo de vida diario que repercute no solo en el transporte sino en la comida y los arrendamientos. ¿Quién puede sobrevivir a un invierno así?, en el México de AMLO, comienzan los mismos vientos tropicales de seudodictaduras que reducen la inversión en educación y llevan a cabo medidas improvisadas que pueden repercutir posteriormente en la misma sostenibilidad fiscal del país. De Venezuela no hablo porque salí de Colombia saturado y ahora me siento conmiserado con los panas y su difícil condición de inmigrantes pobres que sortean su vida diaria entre xenófobos, aunque he comprobado por experiencia personal que ésta no existe si tienes con qué pagar y gastar. La xenofobia es un eufemismo para justificar la mezquindad y el arribismo de la humanidad. 

En Centro América, ya he dicho que Ortega gobierna con una mafia similar a la madurista, despedaza los logros de la revolución sandinista y promueve la perpetuidad de su cargo utilizando el más burdo populismo. Pero Colombia no se queda atrás, porque el gobierno (y no me merece la mayúscula así sea un error de ortografía), además de seguir legitimando lo que no tiene pies ni cabeza, y aquí me refiero al modelo económico paquidérmico que caracteriza a nuestra república bananera digna del surrealismo mágico, sigue empecinado en su discurso contra las FARC y el Acuerdo de Paz, mientras se desmorona la institucionalidad, se destruye el medio ambiente, se asesinan diariamente líderes sociales, crecen las bandas criminales, el desempleo aumenta llegando a cifras escalofriantes y la sensación de que todo está mal, persiste. 

Pero como no soy un ave de mal agüero, creo en las oportunidades para la gente, para que cambie su rumbo; como también, creo en las autonomías regionales que nos dan la posibilidad de hacer nuestra vida codiana más llevadera, pero ¿Qué tan preparados estamos para esta transición electoral y cómo se está manejando la política? Como es de esperarse, los discursos partidistas y de ideologías no son más que fachadas para facilitar el camino de muchos oportunistas. Este periódico que me permite publicar mis ideas lo ha demostrado con varios casos del partido Conservador, Liberal y hoy el Centro Democrático, en el que anidan cuervos dispuestos a sacarse los ojos entre ellos mismos con tal de controlar las rentas, inversiones y programas departamentales y municipales. Tuvo que venir el mismo Álvaro Uribe y calmar las aguas porque sus “hijitos”, como tiburones, podrían despedazarse hasta en el mismo vientre de su madre. Concluyo que allí hay más intereses personales que ideologías políticas. 

Aún así, es un hecho que habrán candidatos para las próximas elecciones y que utilizarán la plataforma anti FARC y Proceso de Paz para ganar votos; sin embargo, el Acuerdo no tiene reversa y más bien la dilación puede aumentar las posibilidades de repetir la experiencia de la mala desmovilización de las supuestas AUC; y digo “supuestas” porque en Colombia no hubo paramilitarismo, hubo paramilitarismos en plural y lo que siguió a la improvisada desmovilización fue el aumento de la criminalidad, la emergencia de otras bandas criminales que aún azotan el territorio nacional y la triste cifra de asesinatos sistemáticos de excombatientes; algo que no se comenta pero que algún día tendremos que analizar con más detenimiento. 

Lo que sí es un hecho, es la fragilidad del medio ambiente, el aumento del desempleo, la ampliación de la frontera agrícola con y sin permiso institucional, las ocupaciones ilegales en predios municipales y privados que terminan generando calamidades humanitarias, los desplazamientos masivos o individuales que son igual de impactantes a los masivos, la amenaza a líderes y liderezas sociales, la persecución a la oposición, etc. Frente a esto, ¿Qué pasa en nuestras ciudades y sus candidatos qué tanto saben sobre el asunto?, ¿Cómo lo van a manejar? Un ejemplo es Dosquebradas, un municipio sin POT actualizado donde los “empresarios” construyen donde quieren, hacen de la normativa ambiental y urbanística una fiesta, se enriquecen con el uso y explotación de bienes públicos y hasta pueden acceder a información privada porque tienen “amigos”. 

Los ejemplos son públicos, no hay que ser académico para identificarlos y saber que algo no está bien, que supera el mismo discurso anti FARC porque el hambre, el desempleo, la pobreza, la miseria, las pocas oportunidades son más que la novela propuesta por la Fiscalía, Duque y Santrich. Sin embargo, insisto, será en las regiones donde podremos darle la vuelta a la hoja, aprovechar las propuestas del Acuedo, prepararnos para el cambio climático y sus efectos devastadores sobre nuestras empobrecidas economías. Es en los municipios y las reigones donde podemos promover la ampliación de las oportunidades a partir de programas que valoricen los predios de los más vulnerables y garantice el enriquecimiento legal de empresarios pequeños, medianos y grandes que quieran trabajar en el marco de la legalidad. 

Una buena decisión debe guiarnos a las urnas, es hora de preguntarle a los candidatos qué saben de lo que aquí les propongo, qué conocen de nuestra ciudad más allá de las palabras generales que todos suelen decir. No preguntemos qué quiere hacer, preguntemos cómo lo hará.

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