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¿Planes de desarrollo? Necesitamos coherencia nacional y regional

¿Cómo mitigar los efectos negativos del capitalismo en nuestras sociedades? Esta es la pregunta que considero, deberíamos hacernos, puesto que la palabra “superar” es imposible en un sistema capitalista, más aún si se trata de países periféricos. 

Es por ello que los gobiernos de turno, tanto a nivel nacional como regional y local programan una agenda de trabajo con la cual, no solo dará fe de sus principios ideológicos, sino también, de la manera como materializará sus ideas. Llamamos a esto, Planes de Desarrollo. Sin embargo, pareciera que los ciudadanos no alcanzaran a dimensionar la importancia de esta discusión y dejaran los problemas estructurales a un lado, para priorizar las discusiones banales de la política mediática. 

Y es que más allá del uribismo y petrismo, lo que está en la mesa del debate, son caminos diferentes para alcanzar los objetivos establecidos por la sociedad occidental los cuales consisten en educación para todos y todas, acceso a propiedad, derecho a enriquecerse y tener movilidad social ascendente, acceso al agua, energía, internet, alcantarillado, etc. 

Debido a que nuestro sistema político-administrativo permite autonomías territoriales, es obligación de los gobiernos regionales y locales, programar también sus planes de desarrollo los cuales pueden hacer uso de las variables comunes al nacional (de ahora en adelante PND), pero por su naturaleza, tendrán asuntos autónomos que deben resolverse a partir de la capacidad de recaudación monetaria que tenga la administración departamental y municipal, y la gestión que hagan las carteras o secretarías. 

Esto nos pone frente a dos asuntos complejos: el primero tiene que ver con la imperiosa necesidad de elegir bien y saber qué programas proyecta el Gobierno Nacional; finalmente nos afectará a todos dado que el cumplimiento del PND está determinado por los ajustes estructurales en el marco fiscal y las “prioridades” que considere el Gobierno; de allí que la Minga, el paro estudiantil, las movilizaciones de FECODE y la presión de otros grupos que no salieron a la calle pero hicieron cabildeo, fuera fundamental para ganar espacios antes de aprobarse el PND. 

Lo segundo tiene que ver con la gestión que hagan los territorios para acceder a los beneficios del PND y la programación de sus propios planes de desarrollo departamentales y municipales, por lo que es fundamental no solo programar bien en los territorios; sino contar con la participación activa de la sociedad civil en los espacios de discusión, planeación, ejecución y seguimiento a las políticas públicas. 

Con la aprobación del PND y algunos polémicos artículos como el que abre la puerta al fraking, o el que permite que la deforestación en la selva amazónica y pacífica continúe, es pertinente confrontar los Planes de Desarrollo Departamentales y Locales con el fin de identificar cómo las regiones vienen trabajando en estas mismas líneas puesto que, al tiempo que a nivel nacional se promueven o facilitan algunas prácticas, a nivel local podría estar ocurriendo lo contrario. 

Un ejemplo de esto lo podemos evidenciar en la respuesta del Gobernador de Nariño quien es un opositor del fraking; o como ocurre con aquellos planes departamentales y municipales que proponen protección de bosques y reforestación. Ahora bien, aunque pareciera que la discusión no tuviera trascendencia, lo que se evidencia en la decisión del Gobierno Nacional y la proyección de los regionales y locales, es que hay una desconexión de liderazgos y representatividad. 

No es comprensible cómo se proyectan las regiones desde Bogotá y cómo se hace desde las oficinas locales. Por otra parte, no es aceptable que a nivel nacional se propongan medidas que no están en coherencia con lo planificado territorialmente, conllevando a incrementar la tensión administrativa y poca articulación para acceder a los beneficios que los PD generan. Como observación final, es obligatorio que los electores se apropien del diseño y funcionamiento administrativo del Estado colombiano puesto que estamos eligiendo programas y proyectos que no son coherentes con las necesidades ambientales, sociales y de desarrollo. Este es un problema no solo nacional sino regional y local; pero más grave aún, a mi parecer, estamos permitiendo que la representación ciudadana en el Congreso no tenga coherencia con las regiones.

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