Hace años lanzaron en la televisión colombiana esta campaña debido al incremento de sucesos donde estaban involucrados menores de edad, hoy es el momento de que padres, profesores, alcaldía, gobernación y Policía Nacional, reaccionemos y desde la casa, rodeemos a nuestro tesoro más grande, a nuestros hijos, hablemos con ellos, sepamos qué están haciendo y que se enteren que ellos son importantes para cada familia y para la sociedad, si llegamos a saber de qué hablan y qué retos se plantean en los chats y redes sociales, tal vez nos llevemos muchas sorpresas, estamos a tiempo, pero debemos actuar y de manera inmediata.
Enseñemos los límites, pero con comprensión y afecto
Si los padres somos demasiado estrictos y controladores podemos ser tan dañinos como si somos permisivos y negligentes, ambos extremos perjudican a los menores, dejar que sigan solitarios y sumergidos en los mundos de Internet y las redes sociales, es dejar nuestros hijos expuestos a situaciones de alto riesgo y en manos de extraños.
¿Sabe si sus hijos le tienen más confianza a un extraño para contarle sus problemas que a usted?
Hemos dejado que la educación y compañía de nuestros hijos las dicten las redes sociales
Hemos permitido que los valores, su cultura, su diversión, su comportamiento de vida, así como las amistades y actos donde arriesgan su propia vida, las dicten extraños a través de grupos en las redes sociales, ni nos enteramos en qué mundo viven nuestros hijos y como en el caso de los últimos dos años en Pereira, a veces es demasiado tarde para los que han optado por acabar sus vidas.
¿Cuándo fue la última vez que se sentó a hablar con su hijo o hija adolescente?
No es tarde, pero sí es urgente, debemos reconocerlo, primero dejamos en manos de la televisión la educación de nuestros hijos y se nos olvidó hablar con ellos, luego de manera silenciosa pero implacable, las redes sociales, el teléfono se adueñó de nuestros hijos, de sus mentes y de su vida y no supimos cuándo los perdimos, ellos se sienten solos, aislados, y consideran solamente valido el reconocimiento, la aceptación y valoración de quienes forman parte de ese mundo en el que con sus amigos se han sumergido, el del aislamiento frente a la pantalla de un teléfono móvil, se sientan en la mesa del comedor a cenar y son atentos a esa ventana de cristal, no existe nada ni nadie a su alrededor, están expuestos todo el día.
¿Conocemos a qué contenidos acceden nuestros hijos en Internet, sabemos qué publican en sus perfiles, a qué personas contactan, admiran o escuchan?; ¿Sabemos en qué juegos, retos o pactos participan?
Olvidamos que una palabra de afecto, un abrazo es el mejor regalo del mundo
Se nos olvidó que el diálogo padre - hijo es más importante que darles techo, comida y ropa, se nos olvidó alimentar, construir y guiar ese ser interior que yace en el alma de cada niño y niña, que hace tiempo dejamos descubrir y enfrentar el mundo solo sin quien lo oriente y le diga realmente qué es bueno y qué es malo, lo correcto de lo incorrecto y lo más importante, se nos olvidó educar y conocer a nuestros hijos.
Reflexión
El problema no es de los hijos, es de nosotros que estamos fallando como padres
Hoy quiero invitar a cada familia, a cada profesor, a los gobernantes, a que tomemos conciencia, adultos, jóvenes y niños, sobre lo importante que es la unión en el hogar, sobre lo importante que es desconectarse de estos dispositivos y compartir con padres y hermanos, de cómo debemos usar la tecnología de manera responsable, de que la incomunicación exterior, los retos virales, no están por encima de la familia y de nuestras propias vidas, no estoy fiscalizando el uso de la tecnología, pero recuperemos a esos seres queridos que sentados a nuestro lado, tienen su mundo no sabemos dónde, recuperemos nuestros hijos, empecemos por darles un abrazo.
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