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La mensa mayoría

Ya parece un hecho imbatible que, de todas las formas de gobierno, la mejor es la democracia. Claro que tiene sus virtudes, pero no considero que sea la panacea política o la única salida a la que se puede recurrir. Aquí solo me dejan poner 500 palabras, que me parece pocas, así que argumentar por qué no me gusta la democracia no tiene sentido. 

Dentro de la democracia moderna ha surgido una cosa miedosa y colosal que han llamado: opinión pública, la cual no es otra cosa que el sentir o la postura de un grupo amorfo de pensionados, desocupados y padres de familia sobre determinado tema. Regularmente, la opinión pública es bastante simple, está a favor o en contra en debates como: el aborto, la pena de muerte a violadores, la eutanasia, el consumo de drogas… temas álgidamente cuestionados en los que, al parecer, todos somos expertos. 

No sé si ustedes lo han notado, pero casi siempre los argumentos que hay detrás de cada a «favor» o «en contra» de cualquiera de los debates actuales son física mierda. Porque, así como existe la opinión pública, también existen los medios de comunicación, otro ente miedoso y colosal que, en lugar de informar, manosea la opinión pública. Es así que un país como el nuestro votó en contra del proceso de paz, perdió el plebiscito y no apoyó con suficiencia la consulta anticorrupción… 

Porque cada una de esas iniciativas, sólidas desde el punto de vista lógico y científico, dependió de una masa amorfa, como dije, que asegura estar de acuerdo, por ejemplo, con que el embarazo se reduzca de 40 a 30 semanas, que no distingue entre heterosexual y homosexual o que piensa que a los guerrilleros los premiaron dándoles curules en el Senado… 

Un Estado no puede ser democrático cuando esa inmensa mayoría con ideas absurdas en la cabeza tiene la posibilidad de elegir un presidente. Considero que es un precio carísimo a pagar por la democracia. La estulticia no puede llegar a las urnas, porque, de seguir así, podría, incluso, ponernos de mandatario a un hombre que sepa más de tocar guitarra que de política de Estado… ¡Un Momento! 

El conocimiento, la lectura, la formación –no por un título, sino conocimiento para la vida–, siempre serán una cualidad de minorías, caso opuesto a la ignorancia y la ingenuidad, porque la estupidez, producto de la decisión de las mayorías, pasa hasta en las mejores familias; verbigracia, el engaño a los británicos que votaron a favor de Brexit y que ahora tienen una economía estancada fruto de la desinformación. 

 Curiosamente, los países más sensatos que conozco, aunque son democráticos, también son monárquicos, pequeñitos y con pocos recursos, aunque no quisiera ahondar mucho en estas reflexiones sobre modelos estatales y teorías políticas, no vaya a ser que esto lo lea la opinión pública y le dé por armar un reinado para escoger a los más bellos con el fin de que gobiernen esta «Atenas de América». 

Blog: actualdeayer.wordpress.com

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