El camino ha sido duro para todos los candidatos, pero al fin se ve el final de esta carrera de
resistencia, donde veremos realmente que es lo que le espera a La Perla del Otún por los
siguientes cuatro años, es difícil imaginar escenarios positivos donde Mauricio Salazar
ocupe el trono como amo y señor de la capital risaraldense, pero aún hay oportunidad de
evitar el acabose y el retroceso; el mayor temor para un ciudadano es ver como Pereira
pierde el posicionamiento tratando de ser una de las capitales más importantes de esta tierra
muisca, pues significa menos recursos, menos proyectos y peor aún, voz y voto en las
decisiones que se tomen desde la fría casa de Nariño.
Por otro lado, pero no menos importante, son las dudas que sobrevuelan sobre el posible
sucesor de Víctor Manuel Tamayo, aún es muy incierto, pues las encuestas que salieron en
las últimas semanas no muestran un claro ganador (de manera objetiva). Pero, podría
asumirse quien puede quedarse con el trono; si recordamos los resultados avasalladores del
partido Liberal a lo largo y ancho del departamento (excepto en el pueblo termal) para las
elecciones al senado y la cámara de representantes, demostrando la fortaleza y la confianza
que sostienen los risaraldenses al partido, por el progreso que ha traído a la región y las
buenas gestiones en el capitolio nacional.
Sería difícil asumir y resignarse a la alta probabilidad de que podemos morir ciegos como
Polifemo e irnos al abismo, si en este momento crucial de la historia reciente, donde el
mundo atraviesa una seria de cambios a la velocidad de la luz, no se toma la decisión
correcta, es por esta razón, que se deben dejar de lado la agitación y tomar las elecciones
con la cabeza tan fría como sea posible, pensar siempre en la idea:
“prima el bien común
sobre el personal”
.
En la tierra de la doble moral y los trovadores de la verdad y la ética, seria bastante
beneficioso para todos aplicar un poco de esos largos discursos, que en unas bocas resultan
evidentemente demagógicos y en otras, es el verdadero llamado de los sensatos, que piden a
gritos y traen a cuestas las banderas del cambio generacional en la política.
Hay que
descabezar a esas víboras que no contentos, siguen intentando obtener el poder, sea cual sea
el precio que haya que pagar por él, pues su deseo no es gobernar para y por la sociedad,
sino de satisfacer la vanidad y la avaricia que inunda sus venas.